jueves, 3 de abril de 2014

Utiliza tus sentidos cuando viajas




 
Utiliza tus sentidos cuando viajas


 

No sólo usamos nuestros sentidos para sobrevivir, sino para descubrir. Utiliza tus sentidos cuando viajes y enriquece tu experiencia.

Por Ricardo Vázquez

Cuando viajamos, nuestro enfoque hacia lo que vemos es lo que predomina. Muy seguramente porque es el más inmediato de nuestros sentidos y porque dado el contexto, es más probable que el disfrute de otros como el gusto o el olfato tarden un poco más. A nuestro regreso, lo que solemos mostrar son los cientos de fotografías que tomamos; son prueba ante uno y los demás de que estuvimos en tal lado. A veces con eso nos conformamos y pocos hacen el esfuerzo por involucrar de manera más profunda al resto de nuestros sentidos, que más allá de complementar nuestra experiencia, la enriquecen.

De los sentidos nacen los recuerdos. Ahondemos un poquito en el tema, ¿quieres?

Tacto

Arriesgaré un poquito de cursilería; el sentido que permea cada centímetro de piel es más bien un reflejo al que no solemos prestarle atención. Si caminas por entre un puesto de telas en un mercado o palpas esos frutos exóticos en una tienda de autoservicio, probablemente te verás tomando dicho objeto entre tus manos por más tiempo de lo normal, con tal de apreciar la textura de mejor manera. Haz de esto un hábito intencional para comparar y contrastar lo que percibes. Hay muchísimos objetos que puedes encontrarte en tus viajes y que ofrecen texturas interesantes, sin tener que ir muy lejos. La moneda local, por ejemplo —los billetes plásticos australianos, rumanos o mexicanos—, con sus diferentes materiales, grabados y patrones, es un gran comienzo.
Otra idea es hacer —aunque resulte cliché, no importa— lo que el personaje de Audrey Tatou en Amélie hace con las semillas. O hundir tus pies descalzos en la arena de esa playa en Nueva Zelanda o la corteza de los árboles en la Selva Negra de Alemania. Si nunca has visto cómo neva antes, ¿qué esperas para tocar la nieve? No aplica en caso de lava volcánica.

Gusto

Después de la vista, el gusto es el más obvio de los sentidos que usamos al viajar. Pero para muchos de nosotros, incluyéndome, no lo hacemos del todo bien. Pero que nos quede claro: el usar el gusto es clave para experimentar una nueva cultura al igual que la apertura para probar sabores poco usuales, como el comer platos extra condimentados en India y Tailandia; o probar orugas y escarabajos en China o México. A veces es difícil para quienes viajamos el encontrar la verdadera comida local, ya sea porque hay una barrera de lenguaje o porque no sabemos qué pedir.

Investiga en línea para encontrar ejemplos de la comida típica y presta atención a aquellos platos que pertenezcan a una región en particular. Anota y ten a la mano los nombres de aquellos platos que te interesen y pregunta cuando tengas la oportunidad. ¿Cuántas veces no has viajado, terminas comiendo hamburguesas o abusando del room service porque no sabes qué pedir? Esto es muy común sobre todo cuando viajamos de negocios y/o a solas. Otra experiencia es el reparar en cómo sabe el agua de tu destino, comparada al sabor de la misma en tu ciudad; sólo asegúrate de que sea potable.

Olfato

Sin lugar a dudas, hay ciertos destinos que se caracterizan por su olor distintivo. El barrio chino en Toronto tomó a mi nariz con su cacofonía de aromas, por citar un recuerdo; la quema de cañaverales en República Dominicana o los mercados callejeros en Ciudad de México, son experiencias distintas para nuestro olfato.

Pero tal cual pasa cuando utilizamos alguna fragancia en nosotros, el olfato se vicia y dejamos de percibir lo inusual de nuestra ubicación para pasar a ser cotidiano y si llegamos a regresar, la impresión no es tan fuerte como en la primera vez. Pero así como el aroma de nuestro plato favorito nos transporta a la infancia, las especias, inciensos y otros ingredientes que estimulen nuestra nariz son capaces replicar con cierto sentido de realismo nuestra experiencia previa.

Oído

Contrarresta los síntomas de tu ensimismamiento haciendo de lado tu iPod una vez aterrices o salgas del tren. Me declaro culpable de este crimen, en el destino que sea. Pero cuando la batería muere, es probable escuches sonidos inusuales para ti, aunque no los comprendas del todo. Siempre me ha atraído el oir de paso conversaciones en idiomas que desconozco. El percibir los sonidos cotidianos de tu ubicación temporal no es sólo una experiencia sensorial, sino informativa. Tal vez aprendas un par de palabras o a distinguir en cómo la entonación refleja el humor de las personas; utiliza tu smartphone para grabar sonido como el tono que suena para anunciar la llegada del tren o el bongbongbong del Big Ben, que son situaciones convertidas en souvenirs.

Vista

¿Eres artista o propenso a la creatividad? ¿Tu pareja tiene una sensibilidad visual particular? Es común entonces que, gracias a tu perfil no sólo veas sino te detengas a observar. Tómate el tiempo para percibir todos esos detalles del vitral en Notre Dame, los colores empleados en los textiles incas o la luz que entra por la ventana de tu habitación de hotel. Si tienes la iniciativa, toma un curso de fotografía y mejora tu técnica; ve más allá de la típica foto de turista e intenta tomar fotos desde ángulos más arriesgados, con distinta óptica, filtros (Instagram no cuenta, señores), de todos esos detalles que atrapen tu mirada. Así, es probable que tu álbum de fotos sea mucho más interesante y satisfactorio.

No neguemos nuestras cualidades sensoriales al momento de viajar. Prueba hacerlo en un destino que visites con frecuencia y descubre más y más capas intrínsecas que otrora jamás habrías experimentado; seguro te encuentras con un par de sorpresas.

Fuente: Nomadistas




  

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