Utiliza tus sentidos cuando viajas
No
sólo usamos nuestros sentidos para sobrevivir, sino para descubrir. Utiliza tus
sentidos cuando viajes y enriquece tu experiencia.
Por Ricardo
Vázquez
Cuando
viajamos, nuestro enfoque hacia lo que vemos es lo que predomina. Muy
seguramente porque es el más inmediato de nuestros sentidos y porque dado el
contexto, es más probable que el disfrute de otros como el gusto o el olfato
tarden un poco más. A nuestro regreso, lo que solemos mostrar son los cientos
de fotografías que tomamos; son prueba ante uno y los demás de que estuvimos en
tal lado. A veces con eso nos conformamos y pocos hacen el esfuerzo por
involucrar de manera más profunda al resto de nuestros sentidos, que más allá
de complementar nuestra experiencia, la enriquecen.
De
los sentidos nacen los recuerdos. Ahondemos un poquito en el tema, ¿quieres?
Tacto
Arriesgaré
un poquito de cursilería; el sentido que permea cada centímetro de piel es más
bien un reflejo al que no solemos prestarle atención. Si caminas por entre un
puesto de telas en un mercado o palpas esos frutos exóticos en una tienda de
autoservicio, probablemente te verás tomando dicho objeto entre tus manos por
más tiempo de lo normal, con tal de apreciar la textura de mejor manera. Haz de
esto un hábito intencional para comparar y contrastar lo que percibes. Hay
muchísimos objetos que puedes encontrarte en tus viajes y que ofrecen texturas
interesantes, sin tener que ir muy lejos. La moneda local, por ejemplo —los
billetes plásticos australianos, rumanos o mexicanos—, con sus diferentes
materiales, grabados y patrones, es un gran comienzo.
Otra
idea es hacer —aunque resulte cliché, no importa— lo que el personaje de Audrey
Tatou en Amélie hace con las semillas. O hundir tus pies descalzos en la arena
de esa playa en Nueva Zelanda o la corteza de los árboles en la Selva Negra de
Alemania. Si nunca has visto cómo neva antes, ¿qué esperas para tocar la nieve?
No aplica en caso de lava volcánica.
Gusto
Después
de la vista, el gusto es el más obvio de los sentidos que usamos al viajar.
Pero para muchos de nosotros, incluyéndome, no lo hacemos del todo bien. Pero
que nos quede claro: el usar el gusto es clave para experimentar una nueva
cultura al igual que la apertura para probar sabores poco usuales, como el
comer platos extra condimentados en India y Tailandia; o probar orugas y
escarabajos en China o México. A veces es difícil para quienes viajamos el
encontrar la verdadera comida local, ya sea porque hay una barrera de lenguaje
o porque no sabemos qué pedir.
Investiga
en línea para encontrar ejemplos de la comida típica y presta atención a
aquellos platos que pertenezcan a una región en particular. Anota y ten a la
mano los nombres de aquellos platos que te interesen y pregunta cuando tengas
la oportunidad. ¿Cuántas veces no has viajado, terminas comiendo hamburguesas o
abusando del room service porque no sabes qué pedir? Esto es muy común sobre
todo cuando viajamos de negocios y/o a solas. Otra experiencia es el reparar en
cómo sabe el agua de tu destino, comparada al sabor de la misma en tu ciudad;
sólo asegúrate de que sea potable.
Olfato
Sin
lugar a dudas, hay ciertos destinos que se caracterizan por su olor distintivo.
El barrio chino en Toronto tomó a mi nariz con su cacofonía de aromas, por
citar un recuerdo; la quema de cañaverales en República Dominicana o los
mercados callejeros en Ciudad de México, son experiencias distintas para
nuestro olfato.
Pero
tal cual pasa cuando utilizamos alguna fragancia en nosotros, el olfato se
vicia y dejamos de percibir lo inusual de nuestra ubicación para pasar a ser
cotidiano y si llegamos a regresar, la impresión no es tan fuerte como en la
primera vez. Pero así como el aroma de nuestro plato favorito nos transporta a
la infancia, las especias, inciensos y otros ingredientes que estimulen nuestra
nariz son capaces replicar con cierto sentido de realismo nuestra experiencia
previa.
Oído
Contrarresta
los síntomas de tu ensimismamiento haciendo de lado tu iPod una vez aterrices o
salgas del tren. Me declaro culpable de este crimen, en el destino que sea.
Pero cuando la batería muere, es probable escuches sonidos inusuales para ti,
aunque no los comprendas del todo. Siempre me ha atraído el oir de paso conversaciones
en idiomas que desconozco. El percibir los sonidos cotidianos de tu ubicación
temporal no es sólo una experiencia sensorial, sino informativa. Tal vez
aprendas un par de palabras o a distinguir en cómo la entonación refleja el
humor de las personas; utiliza tu smartphone para grabar sonido como el tono
que suena para anunciar la llegada del tren o el bongbongbong del Big Ben, que
son situaciones convertidas en souvenirs.
Vista
¿Eres
artista o propenso a la creatividad? ¿Tu pareja tiene una sensibilidad visual
particular? Es común entonces que, gracias a tu perfil no sólo veas sino te
detengas a observar. Tómate el tiempo para percibir todos esos detalles del
vitral en Notre Dame, los colores empleados en los textiles incas o la luz que
entra por la ventana de tu habitación de hotel. Si tienes la iniciativa, toma
un curso de fotografía y mejora tu técnica; ve más allá de la típica foto de
turista e intenta tomar fotos desde ángulos más arriesgados, con distinta
óptica, filtros (Instagram no cuenta, señores), de todos esos detalles que
atrapen tu mirada. Así, es probable que tu álbum de fotos sea mucho más
interesante y satisfactorio.
No
neguemos nuestras cualidades sensoriales al momento de viajar. Prueba hacerlo
en un destino que visites con frecuencia y descubre más y más capas intrínsecas
que otrora jamás habrías experimentado; seguro te encuentras con un par de
sorpresas.
Fuente: Nomadistas
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