jueves, 3 de abril de 2014

Nueva York para principiantes




 
Nueva York para principiantes

Para todos aquellos que aún no conocen esta megaurbe pero tienen pensado hacerlo algún día, estas son las atracciones, actividades y los museos que no pueden perderse si quieren obtener un retrato completo de Nueva York

Leyenda. Al menos una vez en la vida hay que visitar la ciudad que nunca duerme, metrópoli suprema, capital gastronómica del mundo, auténtico crisol de culturas. Lejos de envilecerla, a esta ciudad los clichés la ensalzan. Porque Nueva York, y bien lo saben quienes la conocen, es tan fascinante como adictiva.

De cine. Pocas ciudades hay más retratadas por el Séptimo Arte que Nueva York. Se pueden realizar tours guiados por las localizaciones más famosas o bien improvisar una ruta que nos lleve, por ejemplo, frente al escaparate de Tiffany's en la Quinta Avenida como ya lo hiciera Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes; al restaurante Katz (atención a su bocadillo de pastrami) donde Sally se las hizo pasar canutas a Harry; a la alcantarilla que hizo famosa a Marilyn en La tentación vive arriba (calle 52 con Lexington Av.); o el parque de bomberos de Los cazafantasmas en el 14 de North Moore Street.

Gastronomía. El apartado culinario tampoco decepciona. Se pueden encontrar restaurantes de cocina de cualquier rincón del mundo. Una de las últimas incorporaciones ha sido el mercado gourmet italiano Eataly. Si quiere probar los cupcakes, Sprinkles (Lexington Ave. entre la 60th y 61st) tiene delicias como los Red Velvet. Dicen que las tarta de queso de Juniors y Nolita son imbatibles. Y en el apartado de hamburguesas (Shake Shack, The Spotted Pig, Club 21) y pizzas (Joe, Lombardi, Motorino) hay tanto para elegir que lo mejor es dejarse llevar. Tampoco puede irse de Nueva York sin haber probado el típico bagel and a schmear (un bagel con crema de queso) y un perrito caliente (legendarios los de Nathans en Coney Island).

Compras. En una ciudad tan devota del shopping hasta los más reticentes sucumbirán a los espectaculares escaparates de Madison y de la Quinta Avenida (si busca marcas exclusivas y firmas de renombre internacional) o de la parte baja de Broadway Street (en la imagen) si lo que busca son vaqueros y calzado deportivo a buen precio. Los auténticos chollos se encuentran en outlets como Century 21 (en la zona cero y en el Upper West Side) y en mercadillos como el Young Designers Market (cada fin de semana en NoLiTa). Hay almacenes emblemáticos como Macys o Lord and Taylor y, si viaja con niños, dos clásicos que no fallan son FAO Shwartz (la del piano gigante que toca Tom Hanks en Big) y el Toys R Us en Times Square (con noria incluida).

Empire State Building. La quintaesencia de los rascacielos despunta en el skyline de Manhattan desde 1930. Construido en apenas un año y cuarenta y cinco días, es el emblema de Nueva York y el modelo en el que se inspiraron otros tantos rascacielos levantados a su alrededor. La entrada permite el acceso a la planta 86, aunque por algo más se puede llegar hasta la 102.

Top of the Rock. Cada vez son más los que deciden subir a lo alto del Rockefeller Center para admirar el skyline de Nueva York con la silueta indiscutible del Empire State. Inaugurado en plena Gran Depresión, el conjunto mandado construir por Rockefeller Jr. consta de 19 edificios: el mirador se ubica en la sede de la NBC, una torre de 70 plantas. Mejor, al atardecer.

Rascacielos. El Empire State Building es la silueta más reconocida pero le siguen a la zaga el edificio Chrysler (izquierda) y elFlatiron (derecha). El primero es una fusión espectacular de estética neogótica y art decó, rematado con gárgolas de acero que vigilan a los viandantes desde las alturas. Por su parte, el Flatiron Building destaca por su planta triangular que recuerda la proa de un barco. El mejor lugar para contemplarlo es en la isleta al norte de 23rd Street, entre Broadway y la Quinta Avenida.

Terrazas. Desde restaurantes hasta bares de temporada o cafeterías de museos, Nueva York sabe sacarle partido a las alturas. Algunos de los locales más cool están encaramados a las azoteas con mejores vistas de la ciudad. ¿Ejemplos? El Rare View (bar y restaurante de aspecto tropical -tumbonas incluidas- en el Shelburne Hotel), el ultramoderno Gansevoort Hotel en el Meatpacking District, Terrace 5 (la cafetería de verano del MoMA) y la terraza del MET (para brindar con champán), el Yotel...

Estatua de la Libertad. La dama abanderada de la libertad y uno de los mayores iconos de Nueva York está formada por 350 piezas de cobre que fueron trasladadas desde Francia y ensambladas para su inauguración en 1886. Una de las formas gratuitas de contemplar la estatua desde cerca es tomando el ferry de Staten Island, un recorrido de 25 minutos donde también se atisban Ellis y Governors Island.

Ellis Island. Los antepasados de prácticamente la mitad de los estadounidenses pasaron por las puertas de esta isla que servía decoladero para los inmigrantes que llegaban en su mayoría del Viejo Continente. Pese al sobrenombre de la Isla de las lágrimas, solo un dos por ciento fue enviado de vuelta a su país. El Ellis Island Museum era el edificio donde se recibía y examinaba a los recién llegados antes de autorizar su entrada.

Puentes. Sin ellos hubiera resultado complicado -que no imposible- convertir los cinco distritos (Manhattan, Brooklyn, Bronx, Queens y Staten Islands) en esa gran capital del mundo que es Nueva York. Cordones umbilicales de acero y piedra, los más fotogénicos son los nueve puentes que rodean Manhattan cual cabellos de Medusa. El de Brooklyn no necesita presentación pero no desdeñe el de Manhattan (con la mejor perspectiva para fotografiar al primero), el de Queensboro (izquierda) o el de Williamsburg (derecha).

Wall Street. La sede simbólica del capitalismo occidental debe se nombre a la muralla de madera construida por los colonos holandeses en el siglo XVII para proteger Nueva Amsterdam de los ataques indios y británicos. Merece la pena explorar el distrito financiero a fondo: visitar Sain Paul's Chapel, la Trinity Church, Fraunces Tavern (a la izquierda), almorzar en Stone Street -la primera calle pavimentada de la ciudad-, visitar el 9/11 Memorial diseñado por Michael Arad y terminar en Battery Park.

Street food. O lo que es lo mismo, puestos callejeros de comida para llevar. Los hay de todo tipo: cocina caribeña, belga, italiana, griega, china... Son muy populares los Mud Trucks (café muy decente), los helados de Mister Softee y las dosas (una especie de crepes) de Nueva York Dosa. Muchas empresas tienen web donde indican la ruta y el horario de sus camiones/carritos.

Central Park. No lo dudes si amanece despejado: alquila una bicicleta y recorre este inmenso parque de punta a punta, haciendo un alto a orillas del lago para disfrutar de un picnic a la sombra de los árboles. Sus rincones más emblemáticos son el jardín de Strawberry Fields, dedicado a John Lennon; el Literary Walk y el pasaje arqueado de Bethesda Terrace; el restaurante Loeb Boathouse; el teatro de marionetas The Swedish Cottage...

Chelsea Highline. Las ruinas de un sistema de transporte elevado de la época de la Gran Depresión que circula a lo largo de Tenth Avenue se ha convertido en un parque elevado con miradores, divanes de madera y gradas para improvisar un picnic con las delicias gourmet del vecino Chelsea Market o esperar a la llegada del atardecer. La experiencia no decepciona.

Hudson River Park. Este agradable paseo marítimo a orillas del Hudson ofrece conciertos espontáneos de jazz en verano y ofrece vistas de las vecinas Hoboken y Nueva Jersey. Claro que el capítulo de parques no termina aquí: Bryant Park y Gramercy Park (este último de acceso privado, aunque se puede atisbar a través de la verja) son otros dos rincones arbolados y apacibles de Nueva York.

Times Square. Intensa, cegadora, multitudinaria, hiperactiva... y un tanto hortera. Pero fiel estampa del Nueva York del imaginario colectivo: marquesinas de Broadway, centelleantes luces de neón, ríos formados por cientos de taxis amarillos y miles de turistas. Bastan cinco minutos en las escaleras elevadas de nuevo cuño que se alzan en el centro para captar la esencia de esta intersección entre Broadway y la Séptima. El distrito de los teatros, por cierto, tiene en cartelera los mejores musicales del momento. La de El rey león es un clásico si viaja con niños, aunque la oferta es enorme. Si quiere conseguir entradas de último minuto, hay tres puestos deTKTS (Times Square, South Street Seaport y Brooklyn) donde se pueden conseguir con descuentos de hasta el 50 por ciento.

Naciones Unidas. El complejo de la ONU que ocupa siete hectáreas a orillas del río East se considera territorio internacional y queda fuera de la jurisdicción tanto de la ciudad como del estado. La visita guiada (en doce idiomas) permite acceder a la sala de sesiones de la Asamblea General así como exposiciones especiales y una colección de arte procedente de los países miembros. Quien quiera exprimir la experiencia puede almorzar en su comedor de los delegados y enviar una postal desde su oficina de correos, con un sello especial de su país de origen.

Galerías de arte. Tanto Chelsea como el Lower East Side han dejado atrás su aséptico pasado industrial para reconvertirse en mecas del arte. Los fines de semana muchas sacan algunas de sus obras a la calle y reúnen a una multitud de amantes de las vanguardias, cazatendencias y artistas en ciernes.

Espectáculo. Nueva York es puro espectáculo. Ya sea en sus calles donde bandas y solistas improvisan números para solaz de los viandantes. En las iglesias de Harlem con sus misas gospel. O en conciertos de jazz como los del club Birdland en el Midtown o los del Lincon Center.

Catedral de San Patricio. Parte de la majestuosidad de esta iglesia de agujas góticas se la debe a su ubicación, en mitad de una de las arterias comerciales más famosas del mundo: la Quinta Avenida. A destacar su rosetón y un altar diseñado por Tiffany&Co.

Estación de Grand Central. Junto con el Empire State Building, el edificio Chrysler y el Waldorf-Astoria es una de las construcciones más majestuosas en el corazón de Manhattan. Más que una estación de trenes, Grand Central ha sido galería y escuela de arte, museo, monumento histórico y una mina de información sobre la historia de Nueva York. Destacan su flamante mercado de productos delicatessen y los bares Campbell Apartment (al que se accede por el ascensor art decó del vestíbulo) y Oyster Bar (hasta 30 variedades de ostras).

Museo de Ciencias Naturales. El American Museum of Natural History es uno de los más impresionantes del mundo en su categoría: desde el Tyrannosaurus rex hasta la réplica de 28 metros de una ballena azul, sus cientos de dioramas o el flamante planetario donde se proyectan películas IMAX como Journey to the stars.

Metropolitan Museum of Art. Más conocido como el MET, alberga dos millones de obras de arte y su colección permanente cubre casi todos los estilos imaginables de los últimos 5.000 años, desde piezas egipcias hasta instalaciones contemporáneas. Es imprescindible llevar un mapa para no perderse dentro del recinto.

La galería egipcia del MET incluye jeroglíficos, esfinges, joyas y tumbas. La pieza central es el templo de Dendur, un enorme altar nubio del año 15 a.C. situado en una sala acristalada.

Museum of Modern Art (MoMA). Desde 1929 este museo expone el mejor arte moderno de finales del siglo XIX y del XX: postimpresionismo, cubismo, surrealismo, dadaísmo, expresionismo abstracto y arte pop. Entre sus obras épicas, La noche estrelladade Van Gogh, La Danza de Matisse y Las señoritas de Avignon de Picasso. Está abarrotado los fines de semana.

Biblioteca Pública de Nueva York. El paraíso de los bibliófilos está construido en mármol y es de acceso gratuito. Hay dos visitas guiadas al día de lunes a sábado que explican de forma minuciosa el origen, la historia y las curiosidades de este templo del saber. La Rose Main Reading Room (en la imagen) con su artesonado y dimensiones es sencillamente espectacular. En verano cuenta con una terraza que se asoma a Bryant Park (otro must see de la ciudad).

Circle Line. De todas las atracciones turísticas tradicionales esta es una de las más agradables. Los barcos turísticos de Circle Lineofrece dos alternativas: un crucero de tres horas alrededor de todo Manhattan que muestra los cinco distritos o boroughs, tres ríos, siete puentes y una veintena de lugares históricos destacados; o bien el circuito de dos horas que traza un semicírculo en torno a la Gran Manzana al anochecer. Importante en cualquier caso tener a mano la cámara (o el smartphone).

Baloncesto. La alternativa a los trepidantes (y por lo general caros) partidos de la NBA en el Madison Square son las pachangas que se disputan en cualquier parque cuando hace buen tiempo. Los mejores partidos al aire libre se celebran en las pistas de West 4th Street y en el Tompkins Square Park. Y prepárese, porque aquí también los hay capaces de hacer mates de 360 grados.

McSorleys Old Ale House. Como antídoto a la plétora de cafeterías y bares de vanguardia que proliferan en la ciudad, proponemos esta lóbrega taberna abierta desde 1854 y una de las más antiguas de Nueva York. Situada en el East Village, muy cerca de St. Marks Place, en ella sólo fabrican (y sirven) dos tipos de cerveza: rubia y negra. Y además hay que comprarlas a pares.

El Village. Esta zona del West Village entre el río Hudson y Seventh Avenue nos gusta por su historia bohemia, sus residentes célebres, sus encantadoras boutiques y sus calles, que rompen el esquema de cuadrícula del resto de la ciudad. Tome nota, porque estas son las mejores: Bank, Commerce, Perry, Gay, Barrow, Charles y Morton.

Bronx. Además del nuevo estadio de los Yankees se puede pasear por Arthur Avenue -la calle principal del barrio italiano más grande de NY (en comparación Little Italy parece de juguete)-, visitar el majestuoso cementerio de Woodlawn, la casa de Edgar Allan Poe, el Jardín Botánico, el zoo... Empresas como MCNY Tours ofrecen rutas guiadas sensacionales (pero sin sensacionalismo) para descubrir este barrio injustamente denostado.

Roosevelt Island. Si dispone de tiempo, el teleférico de la 59th con Second Avenue que une Manhattan con la pequeña (y anodina) isla de Roosevelt merece la pena porque permite disfrutar de una vista aérea de Queens y Brooklyn, además de una perspectiva diferente del río East y la Gran Manzana. Se accede con la tarjeta de MetroCard.

Coney Island. A una hora en metro desde Lower Manhattan, esta península invita a un viaje en el tiempo al más puro estilo Cuéntame. Tuvo su época de esplendor a comienzos del siglo XX, cuando se creó como retiro vacacional de la clase trabajadora y de aquellos tiempos tan solo ha retenido la playa y un parque de atracciones con una noria y una montaña rusa míticas (la Wonder Wheel y el Cyclone respectivamente). De nuevo cuño son las atracciones infantiles y un paseo marítimo que lleva hasta Brighton Beach, donde excéntricos jubilados rusos juegan al ajedrez con vistas al Atlántico.


Brooklyn. Es uno de los distritos más pujantes de Nueva York y el que más turistas recibe después de Manhattan. Todo por obra y gracia de enclaves como el Jardín Botánico, el Brooklyn Bridge Park o esa meca hipster llamada Williamsburg... Sin olvidarnos del mítico puente. Crúcelo andando y al anochecer, con el reflejo de las luces en el agua, pero atento a los ciclistas, porque circulan a toda mecha y sin contemplaciones.

Más información sobre estos y otros enclaves de Nueva York en www.nycgo.com



Fuente: OchoLeguas




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