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rutas legendarias en Estados Unidos
Desde
la Ruta 66, la carretera madre, a la Blue Ridge Parkway, que cruza los montes
Apalaches, itinerarios míticos en coche de punta a punta del país
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Ruta por Monument Valley (Utah) a través de la carretera 163. / GIORGIO FOCHESATO |
Hay
que llenar el depósito, abrocharse el cinturón, escoger la banda sonora
adecuada y disponerse a disfrutar del paisaje y de la experiencia durante miles
de kilómetros. El viaje por carretera es probablemente la mejor forma de
recorrer los Estados Unidos: gozar del pasado en la clásica Ruta 66, admirar
las puestas de sol de la Pacific Coast Highway, abrirse camino a través de los
Apalaches o seguir el curso del grandioso Misisipi.
01
La conquista del oeste
RUTA
66
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Mural del motel Stagecoach 66, en Seligman (Arizona), en la mítica Ruta 66. / KEVIN T. LEVESQUE
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Cualquier
viaje por carretera que se precie debe pasar por la calle principal de
Estados Unidos, que recorre más de 3.200 km desde Chicago a Los Ángeles,
cruzando el Medio Oeste, las Grandes Llanuras y el Suroeste. Construida en
1926, la famosa Ruta
66 fue la vía original que llevaba a California, la tierra prometida,
como sucede en Las uvas de la ira de John Steinbeck, que llamó
a la 66 la carretera madre. Aunque la antigua US-66 ya no existe,
aún se puede disfrutar del camino que recorría, todo un paseo por el corazón de
la cultura norteamericana: reliquias del pasado, moteles al estilo de los 50 y
cafeterías familiares muy kitsch. Un viaje que nos lleva por la
América más retro pero que también permite disfrutar de las mayores atracciones
al aire libre del país: el Gran Cañón, el río Misisipi, el Painted Desert de
Arizona, el Petrified Forest National Park y, al final, las playas del Pacífico
de la soleada California. Hay también viejos museos, típicos restaurantes
familiares, gasolineras que parecen sacadas de una película de James Dean y
pueblos fantasma ocultos al borde del desierto.
La
banda sonora obligada es la canción (Get Your Kicks on) Route 66,
que cuenta con versiones de Nat King Cole, los Rollings Stones o Depeche Mode,
entre otros.
02
Jazz, blues y rock’n roll
CARRETERA
61
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Antigua estación 'art déco' de la compañía de autobuses Greyhound en Clarksdale (Misisipi), en la Ruta 61. / JOHN VAN HASSELT
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No
es tan famosa como la 66 pero la Carretera 61 es tan americana o más. Se conoce como la Great River Road, y se inauguró a finales de 1930. Comienza
en la cabecera del Misisipi, en los lagos norteños de Minnesota, y culmina en
Nueva Orleans siguiendo el curso del Misisipi, el río que marca la frontera
entre el este y el oeste del país. Pasa por diez estados y la red completa de
carreteras de esta ruta cubre 3.701 kilómetros.
Casi
toda la historia mítica de la música norteamericana se puede vivir en estos 1.930
kilómetros junto al gran río. De Minneapolis a la sureña St. Louis, y desde
allí hasta Memphis, la ciudad ligada para siempre a Elvis Presley; después hay
que pasar por el delta del Misisipi, donde nació el blues, hasta llegar a Nueva
Orleans, cuna del jazz. Un desvío de 650 km a Nashville, la capital del country,
completa un viaje musical inolvidable. A lo largo del camino encontraremos
pequeños pueblos que completan esta revisión de la cultura norteamericana, como
Hibbing, donde creció Bob Dylan, y Brainered (ambos en Minnesotta), tal y como
aparece en Fargo, de los hermanos Coen; Spring Green (Winconsin)
donde Frank Lloyd Wright realizó sus primeros proyectos, la rural Hanibal
(Missouri), hogar del Mark Twain adolescente, o Metropolis (Ilinois), con la
cabina de teléfonos donde Superman se cambiaba a toda velocidad.
El
rio Misisipi recorre 3.734 kilómetros desde su nacimiento en el estado de
Minnesota hasta su desembocadura en el golfo de México.
03
Cine, viñedos y playas secretas
PACIFIC
COAST HIGHWAY (CALIFORNIA)
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En moto por la Pacific Coast Highway, a la altura del cabo San Martin, en California. / HAUKE DRESSLER |
Esta
carretera litoral es la mejor para vivir el sueño californiano. La PCH (Pacific
Coast Highway o Highway 1) recorre la costa Oeste de Estados Unidos desde la
frontera con México hasta el extremo norte del estado de Washington, sin
apartarse demasiado del mar y atravesando los estados de California, Oregón y
Washington. Se puede empezar en San Diego (preferiblemente con un
descapotable), y dirigirse al norte a través del estado dorado. Hay
que reservar tiempo para disfrutar de los placeres urbanos (comer y beber por
todo lo alto) y también de los que ofrece el océano. El viajero avistará
elefantes marinos, descubrirá playas secretas y tocará los árboles más altos
del mundo, pero también podrá combinar las incursiones en la naturaleza con
aventuras urbanas en Seattle, Portland, San Francisco o Los Ángeles. Es también
un viaje perfecto para nómadas, amantes de la carretera, bohemios, beatniks y
gente curiosa con ganas de descubrir nuevos rincones.
Además
de Los Ángeles y San Francisco, hay que visitar Laguna Beach, el castillo de
Hearst, el Big Sur, Monterrey y Mendocino.
04
El camino de los glaciares
ALCAN
HIGHWAY (CANADÁ Y ALASKA)
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El pintoresco bosque de señales de Watson Lake, en el territorio Yukon (Canadá). / RON ERWIN |
No
recorre los Estados Unidos, pero se trata del viaje con el que sueña cualquier
aventurero. La mayor parte de la carretera alaskeña (Alcan Highway) discurre
por las tierras remotas de Canadá, realizando un trayecto épico. Desde las
estribaciones de las Montañas Rocosas en Dawson Creek (Columbia Británica), la
imponente Alcan serpentea entre las cumbres de esta provincia y,
posteriormente, por el legendario Yukón y el corazón salvaje de Alaska. El
recorrido, de 2.250 kilómetros en Delta Junction, cerca de Fairbanks. Uno de
los puntos más pintorescos de la ruta es Haines, donde miles de conductores de
autocaravanas comienzan su peregrinaje por la Alcan Highway; estos
vehículos-vivienda son la mejor opción (y la más extendida) para disfrutar de
esta carretera.
05
Un 'western' por Monument Valley
CARRETERA
163 (ARIZONA)
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Carretera 163 en Monument Valley (Utah), / GETTY |
Seguro
que al viajero le resultarán conocidos estos paisajes aunque jamás los haya
recorrido: el cinematográfico Monument Valley es tan querido por Hollywood y
tan típico del Lejano Oeste, que casi se espera ver a John Wayne cabalgando al
atardecer.
Entre
Utah y Arizona, esta tierra de torres de arena carmesíes, escarpadas mesas y
elevados promontorios rojos ofrece una increíble experiencia sensorial. Se
aconseja visitar el Monument Valley Navajo Tribal Park y recorrer el
camino circular de 27 kilómetros sin asfaltar para gozar de unas asombrosas
vistas del valle (se puede realizar con vehículo propio o en alguno de los
circuitos que se conciertan en los puestos del aparcamiento y que acceden a
zonas no permitidas a coches particulares).
Para
emular a John Wayne, el visitante puede apuntarse a un paseo a caballo en el
centro de información del Monument Valley Navajo Tribal Park.
06
Por el paso de las diligencias
PARQUE
NACIONAL DE YOSEMITE (CALIFORNIA)
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Tormenta de verano con arcoíris en Tuolumne Meadows, en el parque nacional de Yosemite (California). / JOSH MILLER |
El parque nacional de Yosemite protege
algunos de los paisajes de mayor belleza del país. La carretera 120 recorre 90
kilómetros por la región norte de la reserva bajo el nombre de carretera de
Tioga, y enlaza el valle de Yosemite, al oeste, con el lago Mono, al este, a
través del conocido Tioga Pass (3.031 metros), que permanece cerrado buena
parte del año (desde las primeras grandes nevadas de octubre o noviembre hasta
la primavera).
La
120 es la única carretera que une el parque nacional de Yosemite con el este de
la Sierra Nevada por el mismo camino que recorrían las diligencias en el siglo
XIX; la antigua ruta comercial de los nativos norteamericanos. En su sinuoso
tránsito por el norte del parque ofrece impresionantes vistas desde numerosos
puntos (las mejores desde el Olmsted Point), además de las aguas azul zafiro
del lago de Tenaya y los campos, picos y flores silvestres de las praderas de
Tuolumne Meadows, magnífico blanco para los fotógrafos.
Unos
3,5 millones de visitantes se enamoran de este parque cada año. Las reservas en
hoteles y campings hay que hacerlas con mucha antelación. En www.nps.gov/yose se
ofrecen consejos para evitar las muchedumbres.
07
Pistas indias para disfrutar el otoño
SENDERO
MOHAWK (MASSACHUSETTS)
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Visitantes contemplando el monte Greylock en el sendero Mohawk (Massachusetts). / JONATHAN S. BLAIR |
Ver
cómo las hojas cambian de color en Nueva Inglaterra es todo un espectáculo que
además genera un turismo muy especial a la zona. Es costumbre recorrer en otoño
las pequeñas ciudades de esta región del noreste estadounidense en busca de los
colores cambiantes de sus paisajes. En septiembre y octubre uno puede
deleitarse con el tapiz natural de rojos, dorados y naranjas. Una de las rutas
más famosas para estos aficionados es el sendero Mohawk, una vía de 100
kilómetros que discurre por los Berkshires, al oeste del estado de
Massachusetts.
A
lo largo de esta ruta ya legendaria el viajero encontrará bonitas obras de
arte, una estupenda gastronomía y preciosos paisajes. El ascenso al monte
Greylock, el más elevado de Massachussets (1.064 metros) es pronunciado, pero
ofrece vistas sobre cinco estados en los días despejados. Este monte, situado
al sur de North Adams, cuenta con muchos senderos, además de un camping
gratuito, refugios para mochileros y un hotel rústico.
Se
recomienda disfrutar de las vistas de la Western Summit (al este de North
Adams), y acercarse por el Wigwam en busca de recuerdos y un delicioso fudge (dulce
de azúcar y mantequilla).
08
De costa a costa
CARRETERA
2
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Busto de un indio mohawk en el tramo de la Highway 2 que atraviesa el estado de Massachusetts. / JOSEPH SOHM |
A
los viajeros que recorren Estados Unidos por carretera les gustan los trayectos
largos, muy largos, y si puede ser, de costa a costa. Una de estas carreteras
míticas que enlaza los dos océanos (Atlántico y Pacífico) es la Highway 2, un
camino que empieza en el estado de Washington y acaba en Maine, en la costa
este, después de recorrer 4.150 kilómetros a través de los estados del norte
del país y algunas zonas de Canadá. No es apta para urbanitas ni para los que
se duerman al volante: la ruta pasa por espacios abiertos, desde el esplendor
alpino del oeste a las praderas de las Grandes Llanuras o el encanto de los
Grandes Lagos.
Al
otro lado de la frontera, se puede disfrutar del sabor francés de Montreal,
para después serpentear por montañas y bosques hasta la costa de Nueva
Inglaterra. Por su enorme extensión, es de lo más variopinto. Por ejemplo, a su
paso por Nebraska, la ruta atraviesa una de las zonas más aisladas del país,
garantizando un viaje emblemático e inolvidable por las Grandes Llanuras
americanas.
Después
de Seattle y Montreal, las poblaciones más grandes de este viaje son Spokane
(Washington; 200.000 habitantes) y Duluth (Minnesota; 90.000 habitantes) junto
al lago Superior.
09
Siete kilómetros de fantasía americana
LAS
VEGAS
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Neones en Las Vegas. / ERIC FIGGE |
Imposible
imaginar un viaje a la América más auténtica sin una visita a Las Vegas. Merece
la pena, aunque sólo sea por ver la cultura auténticamente americana en su lado
más kitsch. Las rutas por carretera con la ciudad de los casinos
como destino final son un clásico, independientemente de dónde comiencen. Una
vez en la capital del juego, se pueden recorrer los siete kilómetros de The
Strip, su famosa avenida flanqueada por luces de neón que constituye
uno de los trayectos más legendarios del país. Para rematarlo, se aconseja
alquilar un descapotable, disfrazarse de Elvis y conducir despacio por la
noche, cuando hay más ambiente. Es la ciudad del pecado, con hoteles de lujo
imposibles y máquinas tragaperras que echan humo. Además, la ciudad de Reno se
halla a solo 700 kilómetros en caso de que el viajero desee
divorciarse tan rápidamente como se casó en Las Vegas.
Esta
ciudad es un lugar ideal para que el viajero escoja una estancia a su medida,
pero tanto si quiere alojarse en la falsa Venecia o dentro de una gran pirámide
egipcia, deberá reservar con antelación.
10
La travesía de los Apalaches
CARRETERA
DE BLUE RIDGE
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Vista aérea de la Blue Ridge Parkway, en Virginia. /CAMERON DAVIDSON |
Esta
vía de 766 kilómetros es una de las que recorre más terrenos rústicos y
montañas neblinosas. Atraviesa los montes Apalaches meridionales y enlaza dos
pintorescos parques nacionales: el de Shenandoah, en Virginia, y el de las
Great Smoky Mountains, en Carolina del Norte. Es ideal para hacer
excursionismo, ver fauna, escuchar vieja música y admirar el paisaje montañoso.
Las flores silvestres crecen en primavera y los colores del otoño resultan
espectaculares, pero se debe conducir con precaución aunque haya barandillas
protectoras.
Las
comunidades por las que pasa evocan el Estados Unidos de las pequeñas ciudades,
y el viajero podrá estirar las piernas si lo desea en muchos sitios. Para
quemar la buena comida sureña, se puede acceder a más de cien senderos que van
desde tranquilos y placenteros paseos por la naturaleza hasta duras tramos por
el mítico Appalachian Trail.
La
Blue Ridge Parkway fue uno de los grandes proyectos de Franklin D. Roosevelt
para fomentar el empleo en los años treinta. Llevó 52 años completarlo y el
último tramo se acabó en 1987.
En
el Blue
Ridge Music Center, abierto de mayo a octubre, se puede disfrutar de la
música sureña de las montañas. www.blueridgeparkway.org